16/Noviembre
Clark Dawson (Flames)
El silencio se había instalado en el piso desde que Jack se había marchado e incluso un poco antes de que agarrara su maleta (demasiado pequeña para un viaje tan largo) y se despidiera de mí. Y cuando salió por la puerta, mi silencio solo se vio interrumpido por un apenas audible adiós que no podía estar seguro de que él hubiera escuchado.
Desde que Jack se había reencontrado con Myst diez
días atrás, se había instalado entre nosotros una extraña incomodidad que nunca
antes había estado ahí y con ella acabó llegando el inevitable silencio de los
momentos en los que no sabes qué decir.
Por primera vez, la marcha de Jack supuso un leve
alivio. Había aceptado esa misión en El Cairo que llevaba preparando con mi
ayuda desde hacía un par de semanas y al fin había tomado el vuelo que lo
llevaría a Egipto. No tardaría mucho en volver, dos o tres días como máximo.
Era un trabajo sencillo: encontrar a un tipo y deshacerse de él, un traficante
que se estaba pasando de listo y estaba ocupando más terreno del que le
correspondía con sus trapicheos, hasta que terminó consumiendo la paciencia de
sus enemigos, que se unieron para pagar los servicios del mejor asesino a
sueldo que pudieron encontrar. Mi hermano.
Antes de irse, Jack lo había dejado todo preparado
para que no me faltara de nada mientras él hacía su trabajo. Había dejado
comida en la nevera, ropa limpia para un mes, la línea telefónica y la televisión
por cable pagada y una nota con algunos números que podía utilizar en cualquier
ocasión en la que me viera en apuros, recurriendo a algunos de sus “amigos”
(entendiendo como tal otros miembros de la organización que le debían algún que
otro favor y a los que no les costaría nada proteger a su hermano pequeño si
les daba un toque por teléfono).
Lo cierto es que apenas habíamos intercambiado más
de unas pocas palabras diarias desde que el pasado y el presento colisionaron.
Jack pareció continuamente descentrado, perdido en sus pensamientos,
seguramente con alguna preocupación dando vueltas en su cabeza. Y suponía, por
la forma en la que fruncía el ceño y ponía muecas de dolor de cuando en cuando,
que esa preocupación estaba encarnada en una chica preciosa de cabello oscuro y
ojos terriblemente azules que había jurado matarlo si volvía a verlo. Porque,
después de todo lo que había pasado entre ellos, era imposible negar que mi
hermano seguía amándola tanto como el primer día.
Durante los últimos cuatro años, desde que él la
abandonó para protegerla y tuvimos que marcharnos a otra ciudad, había visto
poco a poco cómo mi hermano se recuperaba. Intuía que nunca se despegaría del
todo de Annalysse, porque ella era una parte demasiado importante de su vida,
pero pensaba que quizá pudiera superarlo con el tiempo, siempre y cuando él
mismo se diera la oportunidad de hacerlo. Algún día, incluso, podría llegar a
enamorarse de otra chica a la que no tuviera que partirle el corazón para
evitar que acabara muerta.
Pero todas esas esperanzas se habían evaporado en
el momento en el que Jack volvió a verla. En ese momento, aquella noche, yo
había mirado a Jack mientras él miraba a Annalysse. Su expresión había sido
inconfundible: nostalgia, cariño, amor. Y luego el dolor de haberla perdida, de
forma inexorable y letal.
Y, después de eso, ella le había mostrado cuánto
había cambiado, quién era ahora, y el sufrimiento de Jack solo había hecho más
que aumentar, porque ahora ya ni siquiera era capaz de reconocer en ella a la
chica a la que había amado, a la que jamás podría olvidarlo. Y ahora… ahora
quizá esa chica no existía, engullida por la dura personalidad de Myst, forjada
a fuego lento por todas las pérdidas de su vida, por todas las lágrimas
derramadas y la venganza que había prometido llevar a cabo por su hermana
muerto. En esos cuatro años, una parte de ella, la inocente e ingenua, había
muerto para que pudiera nacer la parte letal que la había convertido en uno de
los miembros más potencialmente peligrosos de Tánatos.
Eso era lo que había intentado evitar, por eso no
quería que ellos volvieran a encontrarse en estas condiciones. Me preocupé
tanto por los sentimientos de Jack que no me di cuenta de que yo también iba a
salir malparado de esta maldita situación.
Oír a Jack decir que había entrado en la
organización por mí, porque era la única forma de cuidarme, había sido como un
puñetazo en el estómago. Lo cierto es que nunca me lo había planteado de esa
manera. Siempre había pensado que lo había hecho más por sí mismo que por nadie
más, pero ahora me daba cuenta de que lo único que pretendía era asegurarme un
futuro mejor y evitar que me separaran de él como hubieran hecho los servicios
sociales. Antes de morir mi padre, Jack le había prometido que el día que ni él
ni mamá estuvieran, él se encargaría de mí y no dejaría que nunca me pasara
nada ni sufriera ningún daño.
Y a eso había dedicado los últimos diez de nuestras
vidas. Joder, incluso había dejado a Myst por la puta Skótadi, porque ese era
nuestro medio de seguir ganando dinero, de seguir a flote.
Todo había sido mi culpa, al fin y al cabo. Desde
pequeños, yo era más débil que él, más pequeño, y por eso todo el mundo me
había protegido. En vez de enseñarme a defenderme, me habían apartado de los
peligros para que no me pasara nada. No me habían dejado caer para que supiera
como levantarme solo. Jack siempre había sido sobreprotector conmigo hasta el
extremo y, aunque comprendía por qué (era la única cosa importante que quedaba
en su vida, su única familia), con ello solo había logrado que yo fuera menos
capaz de defenderme solo y dependiera de todos los demás. Ni siquiera había
llegado a desarrollar por completo mi habilidad Supra, porque me pasaba
encerrado en casa detrás de la pantalla del ordenador todo el tiempo. Sin un
mechero que creara el fuego por mí, no podía hacer más que quedarme quieto y
rezar para que alguien me salvara el culo, como había pasado la noche en la que
nos habían secuestrado a Nox y a mí.
Lo único que sabía hacer que valía la pena era
investigar, descubrir todo lo que un ordenador pudiera contarme. La información
es una fuente de poder, sí, pero en la vida real, cuando estás en la calle con
el agua al cuello, de poco sirve saber los trapos sucios de los demás y mucho
menos cuando todos saben utilizar un arma menos tú. O cuando todos son un arma, en sí mismos, capaces de matar
solo con sus cuerpos.
Mientras Jack había pasado los últimos días
cavilando sobre qué hacer respecto a sus sentimientos encontrados por Myst (y,
sobre todo, respecto a la misión que le habían encomendado de eliminarla), yo
también había estado replanteándome mi forma de ver las cosas y de afrontar mis
problemas. Lo cierto es que ya estaba harto de dejar que mi hermano mayor se
ocupara de todo, mientras yo me escondía tras él. Eso estuvo viendo cuando
éramos niños, pero ahora habíamos crecido y los dos éramos Supras.
Por ello, había tomado la decisión de empezar a
entrenarme.
Tras pensarlo seriamente, había decidido pedirle a
Jack que me entrenara, porque no conocía a ninguna otra persona que pudiera
hacerlo mejor que él. El problema residía en que sabía de antemano que él no
iba a aceptar, porque seguía empecinado en impedir que tuviera contacto con
cualquier peligro de la vida real. Pero mi decisión estaba tomada, así que si no
lograba convencerlo, buscaría otra forma de aprender.
Estaba tirado en el sofá, planteándome la mejor
forma de comunicarle mi decisión con seguridad, cuando el teléfono comenzó a
sonar. Me quedé quieto y decidí ignorarlo, porque, en realidad, cierta parte de
mí también estaba ligeramente molesta por la manera en la que Jack me había
tratado durante todo aquel tiempo. Ya yo no era un niño pequeño. No tenía que
utilizarme como excusa para huir de sus problemas.
El teléfono sonó cinco veces antes de que saltara
el contestador.
“¿Clark? – preguntó la voz preocupada de mi
hermano. – Supongo que estarás en tu habitación con los auriculares o en la
ducha y que por eso no has respondido. La misión se ha alargado un poco más, me
quedaré aquí hasta el 19. Por favor, cuídate mientras no estoy. – Hizo una leve
pausa y a continuación su voz sonó más dura. – Si no recibo una llamada tuya en
menos de dos horas, mandaré a alguien para controlarte. Adiós, hermano”.
El piiii
final siguió a sus palabras.
Me quedé tumbado un poco más en el sillón, sin
mover ni un músculo. Suspiré. Sabía que más pronto que tarde tendría que hablar
con Jack, a menos que quisiera que viniera desde El Cairo solo para pegarme una
patada en el culo por no cogerle el teléfono.
Errores: el pasado y el presento || dolor de haberla perdida || a la que jamás podría olvidarlo(diría que sobra el "lo") ||
ResponderEliminarJack tiene que dejar comida y todo en la nevera, ropa LIMPIA (porque el pobre no sabe lavar)...¿Pero qué clase de grandísimo inútil es Clark!? ¿Cuántos años tiene?¿7 tal vez?
Lo bueno de esta entrada es que Clark relata cosas que han pasado y que ha visto. Es decir, no habla de él y te cuenta un capítulo de su inútil vida.
"Todo había sido mi culpa, al fin y al cabo" Por fin se da cuenta de que es un estorbo.
Francamente no me gustaría que este personaje pasara de patético a súper fuerte mira como los mato a todos.
Este hombre me desespera. Y realmente creo que solo está en la historia para que sea el típico personaje al que todos odian: el que toda historia tiene.