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lunes, 12 de noviembre de 2012

Demasiadas coincidencias para una ciudad tan pequeña.

30/Septiembre

Clark Dawson (Flames)




Miré la portada del periódico una vez más. Luego, lo tiré sobre la mesa de la cocina, caminé nervioso hasta la habitación, me senté sobre la cama. Me volví a levantar y caminé rápidamente hasta la mesa de la cocina, para coger entre mis manos por decimoctava vez el periódico.
El título, en letras grandes y visibles, rezaba “Una chica sobrevive al asesinato de tres mafiosos”. Eso no era lo preocupante, qué va. Para mí, la violencia era parte de mi mundo, algo que veía cada día. Y ya no en la televisión o en el resto de medios de comunicación, que habían convertido las desgracias de los demás en una simple forma de aumentar la audiencia a base de brutalidad pura y dura. Mi vida, al estar ligada a mi hermano (la única familia que me quedaba) y al haberse visto alterada por un cromosoma mutado, había acabado de alguna manera en medio de otras tantas, todas con una anomalía. Y, la relación entre todas ellas, lo que nos unía, era la violencia.
Por eso, ver los titulares de las noticias ya me dejaba indiferente, por muy inhumano que eso me hiciera sentir. Hasta a las cosas más horribles te acabas acostumbrado.
El artículo del periódico en sí tampoco me parecía demasiado relevante. La noticia era algo extraña, sin duda, porque no tenía mucho sentido que alguien hubiera matado a tres mafiosos y hubiera dejado a una chica indefensa viva como testigo. Bueno, no tenía sentido si lo veías desde el punto de vista de un humano corriente, cosa que yo no era.
Pero la cuestión, lo esencial, lo que me había puesto el vello de punta y me había vuelto un manojo de nervios, era la imagen. No la foto del encabezamiento, donde se veía una imagen de la escena del crimen vacía y los cuerpos muertos.
Era la foto de la parte inferior, que mostraba a la superviviente saliendo de la casa cubierta de sangre.
Durante los cuatro primeros segundos después de verla, no la había reconocido. Había cambiado durante todos aquellos años. No solo en algo físico, que también (tenía el pelo más largo, unas curvas más definidas y su rostro había perdido las últimas redondeces de la adolescencia), si no en su forma de mirar. En cómo su cuerpo parecía más duro, más seguro.
Aquello era lo que me había despistado, pues recordaba perfectamente que mi hermano siempre solía decirme que en su mirada había un miedo perenne, una inseguridad constante que encorvaba su cuerpo, como si intentara volverse invisible. Ella desviaba los ojos de cualquiera que la mirara fijamente y tartamudeaba si tenía que hacerse oír más de un minuto.
Por eso, la primera vez que vi la foto, no reconocí en ella a Annalysse.
Sabía que la chica me resultaba familiar, pero no supe quién era hasta el tercer vistazo a su rostro. Entonces, la relacioné con la muchacha tímida que había en mis recuerdos. Era ella.
La chica a la que mi hermano había amado con toda su alma hacía cuatro años. La chica a la que seguía amando. Por ella, él había cambiado. Su mundo se había venido abajo al perderla, todo se había quedado patas arriba. Jack había obtenido a cambio una profunda vena cínica y la mala costumbre de meterse en la cama de cualquier mujer que le abriese las piernas, aunque no entendía por qué se torturaba haciendo aquello, cuando por la mañana sufría tanto por su ausencia que se aniquilaba a sí mismo a base de nicotina y carreras contra la muerte en moto. De momento, había logrado sobrevivir, pero ¿cuánto duraría?
Y, ¿qué haría cuando descubriera la noticia?
Antes, al llamarlo, había confirmado que aun no sabía nada. Tras meditarlo durante todo aquel tiempo, había decidido que lo mejor era seguir así. Sin que se enterase de nada; al menos, de momento.
Lo único que había aliviado su pena un poco al separarse de ella para siempre había sido la certeza de que ella estaría a salvo. Y, ahora, un periódico decía que unos mafiosos la habían mantenido secuestrada y habían muerto delante de ella, que había contemplado el asesinato incapaz de hacer nada.
Jack enloquecería. La culpa incrementaría el dolor que sabía que siempre anidaba en su pecho. Ya estaba auto-destruyéndose día tras día, con la mierda hasta el cuello.
Verla de nuevo, saber que estaba en la misma ciudad en la que nosotros vivíamos, solo lo empeoraría todo. Esa era la conclusión a la que había llegado después de recorrerme la casa incontables veces tratando de pensar una solución para aquello. Pero no había encontrado ninguna, salvo el silencio.
De todos modos, tarde o temprano se enteraría. Tenía la intuición de que ese “incidente” que narraba el periódico no era tal y como estaba contado, que había una verdad escondida tras esas muertes y que, cuando la descubriera, acabaría helándome hasta los huesos.
Esa sospecha se basaba en los cambios que había percibido en Annalysse. Cierto que en una imagen en blanco y negro no se pueden apreciar todos los matices, pero no veía miedo en la foto que estaba mirando. Aun habiendo estado presente en el cruel asesinato de sus captores, tras estar quien sabe cuanto encerrada con ellos (si eso era lo que había pasado), en su expresión había una tranquilidad totalmente anormal.
El periódico lo atribuía al shock, pero yo sabía diferenciarlo bien de una perturbadora indiferencia. El fotógrafo había sacado la foto sin que ella se enterara, así que no estaba posando. Mantenía una expresión de absoluta serenidad, mientras los policías iban de un lado a otro a su alrededor y nadie la observaba.
Esa no era la Annalysse que yo había conocido. Su parecido físico con la de mis recuerdos no dejaba dudas acerca de que era ella, pero, en su interior, había cambiado algo profundo, que había modificado sus cimientos. Ya no había rastro de miedo en su rostro, un rasgo antes permanente en sus formas.
Con el periódico aun en las manos, decidí que no le diría ni una palabra a Jack y que me desharía del objeto de inmediato.
Normalmente, nunca hubiera dudado en contarle la verdad a mi hermano, pues confiaba más en él que en mí mismo. Había arriesgado todo por mí, por cuidarme tras la muerte de nuestros padres. Pero esta vez, lo hacía por protegerlo.
Averiguaría la verdad, aunque no estuviera acostumbrado a salir de casa para llevar a cabo una de esas misiones (eso también lo hacía Jack). Yo siempre me limitaba a ayudarlo desde casa por medio de mis habilidades tecnológicas, pues no había nadie mejor que yo en cuestiones de informática o tecnología. Sin moverme de mi asiento, era capaz de cooperar con mi hermano, protegido entre las paredes de nuestro piso.
Pero, aquella vez me tenía que encargar yo de descubrir qué estaba pasando. Por una vez, tenía que salir de casa y saber qué había pasado con Annalysse. Tenía que proteger a Jack.

1 comentario:

  1. No entiendo una cosa,quizás no sea la historia, sino que no recuerdo bien : si no me equivoco, en la entrada de Jack, él recibe una llamada de Clark diciéndole si había visto la portada del periódico,entonces, por qué en ésta Clark dice que jamás le dirá nada del periódico hasta que lo averigüe?, porque en la otra básicamente se lo dijo.
    Lo siento Desirée, Annalysse es la mejor, por ahora me está gustando más que Nox, no sé, es tan como Shiro :3 Tan misteriosa...eso me puede. Ahora estoy entre quién es mejor, Annalysse,Salamandra o Arizia *-* Y de Nox apenas he leido.

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