(Si acabas de llegar, debes saber que la historia sigue un orden. Empieza por la primera entrada subida y vete avanzando hasta la más reciente, o te perderás la magia de la historia).


martes, 8 de enero de 2013

Supongo que así funciona el destino, jugando con nosotros en cada uno de nuestros pasos.


6/Noviembre


Jack Dawson (Boom



Aunque ya casi me sabía de memoria toda la información contenida en las dos páginas, impresas en tinta negra sobre papel blanco, que estaban ante mí, estaba leyéndolas una vez más, buscando algo, un pequeño detalle, que se me hubiera escapado en las anteriores lecturas. Cosa casi imposible, puesto que ya me lo había leído, al menos, cien veces desde que Strike me lo mandó después de nuestra reunión.
Pero es que había algo que no acababa de cuadrar. Bueno, en realidad, nada tenía demasiado sentido.
De repente, cuatro mafiosos aparecen muertos. La asesina es una chica, que, según la descripción del informe, no debía de tener más de veinte años, de aspecto frágil. A la cual habían encontrado en la escena del crimen. Pero, aun así, la habían dejado libre, sin cargos.
La policía no era tan estúpida.
Además, aquel trabajo, un asesinato como ese, le quedaba demasiado grande a una sola persona, a menos que tuviera una habilidad impresionante, algo así como detener el corazón de una persona con la mente. Una lucha cuerpo a cuerpo contra tres hombres más grandes y más fuertes que ella… posible, pero complicado.
Aunque eso, simplemente, podía significar que la chica tenía una mezcla de buen entrenamiento con una habilidad que la apoyara.
Y, probablemente, ayuda externa. No se mencionaba nada en el expediente que teníamos de ella, pero, siendo un miembro acabado de salir del cascarón, era dudoso que actuara solo. Solían contar con una persona que los ayudara hasta que adquirieran la experiencia suficiente para librarse de sus apoyos, que, normalmente, eran Supras más débiles que no poseían una habilidad suficientemente poderosa como para trabajar en solitario, y quedarse ellos con toda la recompensa por una misión.
Cogí un bolígrafo que había sobre la mesa y apunté con trazos rápido “apoyo externo, neutralizar al compañero antes de atacar”. El objetivo era eliminar a la asesina principal, que era la que podría traernos dolores de cabeza, pero no tenía por qué derramar más sangre de la necesaria. Solo con asegurarme que su ayudante no me molestaría mientras realizaba mi misión era suficiente.
Jugueteé con el bolígrafo entre los dedos mientras seguía leyendo la poca información que contenía el informe. Suspiré. Aparte del suceso de los rusos, no había nada más relevante, y hasta eso resultaba un dato insuficiente. Ni siquiera tenía una foto, aunque Strike me había dicho que intentaría conseguir una. Habían publicado una de ella en blanco y negro en el periódico del día que fue llevada por la policía a la comisaría para interrogarla, pero las autoridades habían obligado al periódico a retirarla, porque vulneraba la protección de un testigo que, probablemente, estuviera siendo buscado por la mafia para vengarse de la muerte de su líder y otros dos de sus miembros más importantes.
Aun así, un buen hacker podría conseguirla infiltrándose en el sistema informático interno del periódico, donde seguiría archivada la imagen, o buscando el número publicado aquel día, pero, realmente, no tenía demasiado interés en su físico. Para mí, era solo un objetivo más, un número y una forma de matar. Una estrategia para lograr acercarme lo suficiente y hacerla desaparecer, desperdigada en pedacitos imposibles de reconocer como una persona.
Y, para lograr eso, era más interesante internarse en la mente de tu víctima que preocuparse por su físico. Por eso releía una u otra vez el artículo, intentando buscar sus motivaciones, cómo era, qué haría para defenderse. Tenía que calcular las posibilidades para asegurarme de que no hubiera margen de error en mi trabajo, porque un fallo, por pequeño y estúpido que fuera, podría costarme la vida. Me dedicaba a un juego demasiado peligroso y solo una precisión milimétrica era lo que me permitía seguir respirando día a día.
Realmente, no es como si morir me resultara una pena insoportable. Ya hacía tiempo que me tomaba la muerte con indiferencia; pensaba en ella como el destino final al que no me quedaba más remedio que llegar, probablemente, pronto. Pero no podía quedarme quieto esperando sin más, porque aún estaba Clark. Había hecho la promesa de protegerlo y no pensaba fallarle a él también, no cuando solo me tenía a mí para defenderlo del mundo, que no dudaría en utilizar sus habilidades como había hecho con las mías.
Cerré los ojos y volví a suspirar. Tenía que centrarme.
Mi asesina, cuyo alias era Myst (eso lo habíamos descubierto al contratarla para llevar a cabo la misión-trampa), aunque aún no sabía por qué, parecía ser bastante retorcida. Había acuchillado a aquellos mafiosos una y otra vez hasta desangrarlos y luego había permanecido en la misma casa que los cadáveres durante horas, hasta que llegó la policía. Eso también demostraba que tenía mucha sangre fría y que poseía una crueldad temible. A eso podía sumarle el detalle que me había contado personalmente mi contacto y que también se narraba en mi informe. Ella les había cortado las cuerdas vocales a sus tres víctimas mientras estos morían. Mientras aún estaban vivos, desangrándose poco a poco. Ese acto demostraba que no solo había querido quitarles la vida. No, no había sido simplemente un asesinato a cambio de un generoso pago. Los había matado lentamente, regodeándose en su dolor, y eso mostraba a las claras que había tenido algún asunto personal con ellos. Había sido una venganza en toda regla y ella la había disfrutada, alargándola tanto como pudo y contemplando su obra maestra, recubierta de sangre de pies a cabeza. Para luego fingir ser una pobre víctima inocente.
Hacía mucho que no había leído acerca de un acto tan brutal y sanguinario. Tan retorcido. Definitivamente, la persona que lo había llevado a cabo debía de haber perdido su humanidad o, como mínimo, gran parte de ella.
Myst.
¿Quién eres, Myst? Eso era lo que me preguntaba una y otra vez. La curiosidad me estaba carcomiendo poco a poco, persiguiéndome y creciendo día tras día. Había empezado a generar una obsesión con esa chica. Tenía que descubrir sus motivaciones, su verdadera naturaleza. Si de verdad había hecho eso, qué había sentido mientras lo llevaba a cabo. Si todavía era humana o solo un monstruo sin corazón.
Interrumpiendo mis cavilaciones, el móvil destruyó el silencio de la habitación. Vibraba desde el otro extremo de la mesa, reclamando mi atención, aunque, de nuevo, deseé de todo corazón poder destruirlo y nunca, nunca más, tener que preocuparme de quién cojones sería el que estaría al otro lado de la línea y qué querría de mí. Qué tipo de acto despiadado me pedirían que realizara, otro pecado que añadir a la larga lista que llevaba tatuada en el alma desde que había antepuesto la supervivencia a la moral.
Eliminé esos turbios pensamientos con un ademán de la cabeza y descolgué a la vez que apretaba el móvil contra la oreja.
-          Boom  - gruñí, usando mi alias para presentarme. En un negocio como el mío, es mejor no desvelar tu verdadero nombre.
-          Soy yo, Strike.
-          Ah, hola. – Una parte de mí había estado esperando esa llamada durante los últimos días con impaciencia. - ¿Tienes noticias para mí?
-          Unas cuantas. – Hizo una pausa dramática, de esas que tanto les gustaban. Estuve a punto de gritarle de impaciencia, pero me mantuve en silencio, mordiéndome la lengua. – Nuestra chica ha superado con éxito la misión – sentenció al fin.
-          Pensé que me habías dicho que era imposible que lo consiguiera.
-          Así era. Nadie se explica cómo coño lo ha conseguido, pero ahora estamos seguro de que Tánatos tiene una buena mano esta partida.
-          Cuéntamelo todo con detalle.
Me recosté en la silla, apreté el botón del bolígrafo y lo posé sobre una hoja en blanco, listo para anotar cualquier información que pudiera serme de ayudar para mi próxima misión.
-          En realidad, ni siquiera sabemos muy bien cómo lo hizo.
-          ¿Qué quieres decir? Tenían que haber cámaras de seguridad, ¿no? Y había un montón de guardias en la casa, preparados.
-          Lo sé, créeme. Te contaré lo que sé. Nuestra asesina, y ahora ladrona, se coló en la fiesta que daba la dueña del jarrón. Fue invitada como pareja de un rico heredero que representaba a su padre. Nadie sospechó de ella demasiado, por supuesto. Era solo una chica guapa más. Estuvo en la fiesta durante unas dos horas, según cuentan los testigos. Luego, se excusó para ir al lavabo y desapareció. Nadie volvió a verla.
-          Está claro que fue a robar el jarrón entonces.
-          Hasta ahí también llego yo, Sherlock. Pero, después de eso, ya no sabemos qué paso.
-          Pero…
-          Alguien se encargó de destruir todas las cintas de las cámaras de seguridad, si eso es lo que ibas a preguntar. Lo más curioso es que habíamos dejado a cargo de la vigilancia a uno de los nuestros, un Supra cuya habilidad está relacionado con la tecnología. Puede manejar los ordenadores y comunicarse con ellos como si fueran personas. Muy alucinante. Bueno, a lo que íbamos. Lo dejamos en la sala de control para que se asegurara de que no pasara nada raro y, en caso de que apareciera nuestra asesina, nos avisara de inmediato.
-          ¿Y? ¿Qué pasó con él?
-          Cuando los nuestros fueron a buscar las cintas y a pedirle explicaciones, lo encontraron tirado en el suelo del cuarto… durmiendo como un bebé. No tenía ni un solo rasguño. Es más, parecía absolutamente feliz, como si las Navidades se hubieran adelantado solo para él. Cuando lo despertábamos, nos aseguró que no recordaba nada y no quedaba ni rastro de las grabaciones. Todas destruidas.
-          Mierda. – Lo pensé un segundo. – ¿Sabes? No creo que pudiera hacerlo todo sola.
-          En eso estamos de acuerdo. Los jefes también lo pensaron, así que hemos estado investigando. Nuestra chica llegó a la fiesta en una limusina, con su guapo heredero… y una amiga que está demasiado buena para ser real. Uno de los invitados de la fiesta le sacó una foto, porque se enamoró de ella nada más verla. Déjame decirte que he visto loa foto y que yo también me he enamorado. La mujer más espectacular que he visto nunca. Curvas de infarto, rostro de ángel, piel de caramelo, sonrisa incitante… - La voz de Striker se convirtió en un susurro bajo. Casi podía verlo babeando fantaseando con la beldad que me estaba describiendo, pero yo no estaba interesado en mujeres.
Solo me importaban dos. La que había marcado mi vida de parte a parte, la que me había cambiado, de la que me había enamorado sin remedio y a la que después había perdido, la mujer a la que echaba de menos cada día y a la que nunca volvería a ver… y el objetivo que se presentaba ante mí, al cual tenía que destruir.
-          Céntrate, ¿quieres? Recuerdo que me dijiste que las medidas de seguridad eran de lo más sofisticado que existe, ¿cómo logró superarlas?
-          Y yo que sé. No tenemos imágenes de lo que pasó, así que solo podemos hacer suposiciones. Pero no se me ocurre, ni a mí ni a nadie, el modo de que pudiera atravesar una pared de tres metros de grosor,  de puro cemento, sin desactivar el sistema de alarma y que, una vez dentro, superara los múltiples sensores láser y el sensor térmico, que se activaba automáticamente si cualquier cuerpo humano intruso entraba en la habitación. Nadie se lo explica.
-          ¿Estamos seguros de que esa chica, o lo que sea, es humana? – pregunté de manera sarcástica, por lo que obtuve una sonora carcajada de mi interlocutor.
-          Yo ya lo dudo.
Tabaleé sobre la mesa de madera, intentando buscar una solución para el misterio de cómo una persona normal (bueno, no normal del todo, pero básicamente humana) pudiera llevar a cabo todo eso. Finalmente me rendí.
-          ¿Cómo terminó el asunto?
-          Escapó con el jarrón, pero por los pelos. Al retirar la vitrina, sonó la alarma que lleva incorporado el cristal. Los guardias fueron corriendo de inmediato a ver qué sucedía, pero, para cuando llegaron, el jarrón y su ladrona ya no estaban en la sala. Salió del mismo modo inexplicable que entró. Tampoco encontramos a su amiga por ninguna parte. – Pude percibir, sin verlo, como una sonrisa se extendía por el rostro de Strike. – Realmente, son buenas, ¿eh? Ojalá estuvieran en nuestro bando. Necesitamos más mujeres así en Skótadi.
Me ahorré un nuevo comentario sarcástico. Yo no necesitaba mujeres, de ningún tipo, pero para un hombre común, como era mi contacto dentro de la agencia, siempre era positivo tener cerca a chicas preciosas. Y si estas eran Supras con increíbles capacidades que reportaran beneficios para la organización, mejor aún.

Para vencer aquella partida tenía que atraparlas sin que se dieran cuenta, evitar que sospecharan hasta que ya fuera demasiado tarde. Es decir, tenderles una trampa. Apunté la palabra en el margen superior del informe y la rodeé con un círculo para resaltar su importancia. Casi al instante, se me ocurrió una solución maravillosa.
-          Oye, Strike. ¿Y si les tendemos una trampa usando el jarrón? Les pedimos que vayan a tal sitio a entregarlo y las estamos esperando allí para atraparlas entre la espada de la pared. No se lo verán venir – sonreí, encantado con esa estrategia. Rápida, segura. Ellas no estarían pendientes de un ataque, tendrían la guardia baja, y yo podría hacer mi trabajo sin más complicaciones peligrosas.
-          Es una idea genial. Si no fuera porque ellas han entregado el jarrón a la organización y ellos se encargarán de entregárnoslos una vez paguemos. Mañana les tenemos que entregar el dinero. Así que perdemos pasta y una oportunidad maravillosa de tender una trampa – la voz de Strike rebosaba tanto pesimismo como la mía propia cuando mascullé un “joder”.
-          Parece que se lo hubieran olido – maldije en un susurro. Aquellas chicas debían ser en extremo cautas, porque la mayoría prefería hacer la entrega en persona y recibir el dinero sin intermediarios, que les robaban parte del beneficio.
Era muy extraño que decidieran tomar esa medida, quizá demasiado. Tras pensarlo un par de segundos, lo atribuí a que se trataba de su primera misión y aun no tenían demasiada experiencia, por lo que priorizaban la seguridad a unos beneficios mayores.
-          Y después de todo esto, – retomé el tema - ¿qué quieren los jefes que haga?
-          Aún están decidiendo, pero no creo que tarden mucho en encargártelo. Dentro de dos días como muy tarde. Esas chicas son una amenaza. Eso quiere decir que tienes que andarte con cuidado, Boom.
-          Sí, papá.
-          No me vengas con gilipolleces – Strike volvió a reírse. Oí como masticaba algo crujiente. – Creo que es un desperdicio, la verdad, pero qué le vamos a hacer.
-          O las matamos nosotros, o nos matan ellas. Sabes que esto funciona así. La ley de la selva.
-          Sí, sí. Sé la lección. – Volví a masticar algo y, por el ruido, supuse que serían patatas de paquete. - Bueno, te mantendré informado.
-          De acuerdo.
Sin más palabras de despedida, ambos colgamos. Me quedé observando el teléfono un buen rato, pensando una y otra vez en la conversación que había mantenido con Strike, en lo que él me había contado.
Mis sospechas se habían confirmado: Myst no trabajaba sola.
Lo malo es que aquella misión falsa que les habíamos encomendado no me había servido de ayuda para saber cuáles eran sus habilidades, así que no tenía ni idea de cómo abordar la situación. Ir de frente hasta ella podía ser peligroso si su habilidad le permitía dejarme fuera de combate rápidamente o era de tipo mental.
Si no sabía a qué me enfrentaba, era difícil diseñar una estrategia que me permitiera salir victorioso. Y, además, ahora me tenía que encargar de dos objetivos, no solo de uno. Doble riesgo.
Haciendo un resumen general, no había obtenido casi ninguna información valiosa de que aquella llamada telefónica. Solo que mi asesina no trabajaba sola. Por lo demás, todo alrededor de ella seguía siendo un misterio, aunque estaba claro que tenía recursos suficientes y era valiente. Aunque quizá simplemente fuera despiadada.
Por tercera vez en lo que iba de tarde, suspiré de nuevo. Aquella misión no iba a ser tan fácil como yo pensaba, de ninguna manera. Había demasiadas variables que podían estropearlo todo. Tendría que empezar a idear un plan que se ajustara a las circunstancias en las que me encontraba, que me permitiera acercarme a mi objetivo (que aún no sabía dónde se encontraba, incluso si vivía en mi propia ciudad; tampoco la había visto jamás ni sabía qué era capaz de hacer) sin que ella se percatara hasta que fuera demasiado tarde y no pudiera evitar que la hiciera estallar.
Apoyé la frente sobre las palmas de la mano.
Estaba, indudablemente, jodido.

***
Mientras permanecía sentado en la mesa de la cocina, reflexionando acerca de un modo de cumplir con mi misión y no morir en el intento, no me di cuenta de que Clark se deslizaba en silencio desde la pared detrás de la cual había estado escondido a su habitación.
Al llegar, se sentó en la silla, frente al ordenador. Al igual que había hecho yo, suspiró.
Aun sabiendo que podía estar cometiendo un enorme error, tras haber escuchado mi conversación con Strike desde el principio, oculto tras la pared y atento a todas mis palabras, ahora debía ir en busca de Nox y contarle lo que estaba a punto de suceder. Para protegerme a mí. No del golpe físico que yo esperaba recibir al enfrentarme a un miembro del equipo contrario, si no de la jodida devastación de saber que me habían encargado matar a la mujer de la cual seguía irremisiblemente enamorado. Y encima, teniendo la certeza de que ella no dudaría en atacarme nada más verme y que yo no haría nada por defenderme, no cuando prefería perder la vida por ella.
Aunque su objetivo era noble, tenía un topo oculto en mi propia casa y yo ni siquiera sabía que mi hermano pequeño había traicionado mi confianza e informaba al enemigo de cada uno de mis movimientos. No me enteraría hasta unos cuantos días más tarde, cuando ya fuera demasiado tarde y todo se hubiera precipitado. Pero supongo que así funciona el destino, jugando con nosotros en cada uno de nuestros pasos.


(Creo que a esta entrada le falta algo, pero no sé el qué. Si se te ocurre algo, cualquier detalle, ¿podrías decírmelo en los comentarios? Quizá más adelante recuerde qué es y la modifique. Si es así, pondré un aviso, para que podáis leer los cambios).

1 comentario:

  1. Veamos, la entrada esta, no sé, se me ha atascado.No la he captado del todo, por ejemplo, no entendí demasiado bien la última parte (a partir de los asteriscos).Pero no está mal tampoco, ni creo que le falte algo

    ResponderEliminar